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Ceñirse estrictamente al trabajo encomendado está dejando de ser mal visto: este término nacido en TikTok confirma que asistimos a un apagón de ambición, pero esto no tiene por qué ser negativo.

“Tuvisteis el privilegio de crecer en un mundo lleno de esperanza y nosotros no”. Con esta crudeza resume el fenómeno quiet quiting (traducido como renuncia silenciosa) el tiktoker Hunter Kaimi (casi 800.000 seguidores en la red social), un estadounidense de 22 años que explica en un vídeo visto por más de tres millones de personas por qué no está dispuesto a sacrificar ni su tiempo personal ni su salud mental por un trabajo que en lugar de considerarle “un ser humano” le está pagando el mínimo salario posible, con el que ni siquiera puede imaginarse comprando una casa. Él y toda su cualificada generación, cuenta, trabajan pensando si podrán pagar el alquiler del mes que viene, así que no encuentra sentido a la cultura del sobreesfuerzo no remunerado en el trabajo.

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