El acoso laboral es una realidad lamentablemente extendida en numerosos entornos laborales. Recientemente, un caso dentro del sector de la hostelería ha alcanzado notoriedad al concluir con una indemnización significativa otorgada a una trabajadora que padeció insultos y humillaciones constantes por parte de su jefe de cocina.
Es en Meridest Social Residencias S.L., donde una trabajadora tuvo el coraje de denunciar un comportamiento abusivo y degradante por parte de su superior. Los insultos eran parte de la rutina diaria, con términos despectivos como «guarras» o «cerdas», acompañados de descalificaciones sobre su desempeño en tareas básicas de cocina y limpieza. La denunciante y sus compañeras se veían sometidas a un clima de temor, accediendo incluso a encubrir los errores del jefe por temor a represalias.
La trabajadora, en un acto de valentía, intentó alertar a la empresa sobre la situación mediante una carta enviada en noviembre de 2019. Sin embargo, estas advertencias previas no surtieron el efecto deseado. El acoso laboral tuvo un impacto severo en su bienestar emocional, llevándola a una incapacidad temporal diagnosticada como «estado de ansiedad» en octubre de 2019. A pesar de su vulnerabilidad, la empresa decidió poner fin a su contrato en febrero de 2020, lo que motivó a la trabajadora a buscar justicia a través de los tribunales.
El fallo del Juzgado de lo Social nº2 de Ciudad Real, emitido el 15 de noviembre de 2021, fue contundente al reconocer el acoso laboral y condenar tanto a la empresa como al jefe de cocina a una indemnización de 30.000 euros por daños y perjuicios. Aunque esta decisión fue apelada por las partes condenadas, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, en su sentencia 250/2024, confirmó la existencia del acoso y la responsabilidad de la empresa por no haber respondido adecuadamente a las denuncias previas.
(Fuente original del extracto: El diario digital Confilegal).